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Ana (I): Nueva dirección, nuevo rumbo

Ana (I): Nueva dirección, nuevo rumbo


02-03-2018
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Ana (I): Nueva dirección, nuevo rumbo

Estas pasadas navidades han sido bastante agitadas en casa. Creo que todas las familias tienen sus más y sus menos, pero este año en casa de los Soler, si alguien se dedicara a premiar los conflictos navideños en las familias españolas, nos hubiéramos llevado al menos alguna mención honorífica.

Todo empezó cuando mi padre, Manuel, nos informó que debido a sus problemas de corazón el médico le había recomendado “pausar” su estilo de vida. Pedirle eso a mi padre creo que demuestra lo poco que le conocía el médico. Es un hombre de carácter fuerte, muy controlador y muy intenso. Y hasta hace poco tenía tres hijos, su hijo mayor, Manuel, su hija pequeña, yo, y su niña mimada, Distribución Soler, S.L.

Por suerte para todos, mi madre (que como habréis adivinado se llama Ana, ya que en mi familia somos muy originales con los nombres) es capaz de convencerlo de cualquier cosa. Es a la única persona que escucha de verdad, y cuando mi madre decidió que debía jubilarse siguiendo las indicaciones del médico, solo era cuestión de tiempo saber cuándo y cómo lo haría. Nadie puede con mi madre, ni siquiera mi padre.

Así que, en nochebuena, tras repasar todos los temas calientes del año, políticos, deportivos, familiares, etc. mi padre decidió cerrar la noche con el Gordo que no nos tocó unos días antes: se jubilaba y decidía que sería yo quien llevaría la dirección de la empresa a partir de ahora.

Esto fue un shock para todos, pero especialmente para mi hermano, quien hasta ese momento había actuado como el hijo del dueño de manual. Llevaba años trabajando para la empresa, conocía a todo el personal y desde hacía unos años era el jefe de ventas de la empresa. Todo hacía indicar que cuando mi padre delegara el control de la empresa lo haría dejándola en sus manos.

Yo había decidido unirme al proyecto familiar hace apenas un par de años, tras fracasar todos mis proyectos personales. Cansada de luchar y no obtener más que lo justo para llegar a fin de mes, acabé rindiéndome y seguí el consejo de todo el mundo: trabaja para tu padre. Pensé que era el mayor error de mi vida y que acabaría teniendo una vida gris y aburrida, pero para mi sorpresa descubrí que disfrutaba yendo a trabajar en la empresa familiar.

Empecé en el departamento de administración, mientras me formaba en finanzas y contabilidad, y decidí tomarme el trabajo como un reto personal. No fue una sorpresa descubrir que aquello era un caos. Mi padre es un hombre de impulsos, muy intuitivo, que le ha servido para levantar un negocio de distribución de bebidas de la nada, pero nada organizado, caótico, y la gestión de su empresa no iba a ser menos.

En estos dos años he logrado implementar un cierto orden a la forma en que se hacían las cosas, de lo cual me siento muy orgullosa (y por lo que me cuenta mi madre, mi padre también). Pero una cosa es “arreglar” el departamento de administración y otra bien distinta es ¡llevar toda la empresa!

Y luego está mi hermano Manuel. Como os decía al principio, las navidades han sido movidas y no creo que este sea el lugar para reproducir lo que llegó a decir y amenazar, aunque os podréis hacer una idea. Mi madre está convencida que con el tiempo lo superará, pero no acabo de estar segura.

Pero este blog no es para hablar ni de mi padre, ni de mi hermano, sino que quiero compartir con vosotros mi nueva experiencia como emprendedora. Porque no es necesario constituir una empresa nueva o una start up para ser emprendedor. Hay mucho que hacer en Distribución Soler, S.L. y espero que me acompañéis durante este viaje.
 
¡Hasta pronto!

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